Ante la falta de voluntad política, las posiciones radicales sobre el veto, terminan perpetuando el statu quo, maniatando al CNSS y generando mayores privilegios y desigualdad social
Mi mensaje de la semana pasada sobre la necesidad de regular el veto generó gran interés, y desde luego, las más diversas reacciones. Lo cual es bueno y constituye un gran estímulo, sobre todo porque todas las respuestas provienen de profesionales reconocidos, unos porque formaron parte del CNSS, y otros, muy activos en la opinión pública. De los ocho, seis son médicos.
La primera reacción me pregunta ¿cuál es la mayoría que rechaza el veto, existe alguna encuesta? Afirma que “el veto es un aspecto fundamental para asegurar la diferencia entre el SDSS y el IDSS, y agrega que la encuesta Gallup dice que sólo un 14% apoya que el gobierno controle la seguridad social.
No creo que el veto sea una pregunta para encuesta, ya que la gran mayoría lo desconoce y no sabe para qué se ha utilizado. En los 5.5 años como Gerente General del CNSS, el veto fue usado de manera interesada. Un ejemplo fue cuando se propuso invertir parte de los fondos de pensiones en el Banco Central, con una tasa de interés mucho mayor que la bancaria.
El sector privado se opuso, paralizando al CNSS durante largos meses, mientras tanto la banca privada recibía los fondos de pensiones, y luego los invertía en el Banco Central, obteniendo una doble ganancia: la comisión de las AFP y la diferencia en la tasa de inversión.
Se expresa el temor al “control del gobierno de la SS”. Pero ese “temor” privado no se deriva del interés de proteger el derecho de sus propios trabajadores, sino de los negocios de sus asociados. Claro que las autoridades también anteponen sus intereses a los de la población. Eso explica la orfandad existente.
Pero nunca debemos olvidar que la seguridad social es una responsabilidad pública, garantizada por el Estado, y que la participación privada presupone el predominio del interés social sobre el particular. Ese temor no debería orientarse a debilitar al Estado, sino a exigirle que cumpla con su responsabilidad constitucional.
En el polo opuesto se sitúa una segunda opinión que favorece mi propuesta, y sugiere que, en caso de no haber un acuerdo en la segunda reunión, el presidente del CNSS decida sobre el tema. Creo que la exigencia de la mitad más uno, resulta la solución más democrática.
Una oposición total al veto
Varios de los comentarios rechazan abiertamente el veto. “El CNSS está secuestrado por el sector empresarial, el cual mantiene una actitud irracional; ahí solo pasa lo que le conviene, no importa la suerte de los afiliados. A este sector no le importa la salud, sino el lucro desmedido”.
“Estamos completamente en contra del veto, no solamente debe desaparecer, es que nunca debió existir. Esta opinión obvia que el veto ha sido útil en el INFOTEP, e incluso, de hecho, ha funcionado en el IDSS, ya que, en sus 70 años, nunca tomó una decisión importante sin el voto del sector privado.
“Debe eliminarse el veto, si se quiere objetivamente mejorar el funcionamiento del Consejo. Solo el sector gubernamental debe tenerlo, que se supone es el que debe velar por el bienestar colectivo”. Lo cierto es que la eliminación del veto y/o el veto gubernamental (¿?), presuponen una voluntad política inexistente, mientras el sistema se mercantiliza.
“Si seguimos agarrando el rábano por las hojas continuaremos inertes, viendo el deterioro de un sistema bien intencionado, pero estructurado y maleado en el tiempo, a benéfico del sector empresarial representado por los Bancos”.
La experiencia nos enseña que, ante la ausencia de voluntad política, plantear la eliminación pura y simple del veto equivale a perpetuarlo. En cambio, su regulación concita mayor respaldo y posibilidad de restablecer la autoridad del CNSS, de aplicar las reformas pendientes, y de actualizar la Ley 87-01. ADS/243/28/06/2018