El proyecto republicano para sustituir el Obamacare podría reducir el acceso al cuidado de la salud de más de medio millón de dominicanos
Este año se ha tornado gris para nuestros hermanos dominicanos residentes en los Estados Unidos. En estos momentos enfrentan dos grandes problemas que les generan muchas angustias e inseguridades, ya que pueden cambiar radicalmente sus sueños y sus vidas.
La administración del presidente Trump los asedia, simultáneamente, desde dos frentes muy importantes: la amenaza de deportación de 12 millones de latinos indocumentados, y la eliminación del plan de salud conocido como “Obamacare”.
Ambas situaciones tendrían un desenlace fatal para estos compatriotas. Más de 400,000 carecen de documentación legal, mientras unos 800,000 se benefician de los planes de salud vigentes. Conozco personas que reciben tratamientos quirúrgicos y ambulatorios que jamás hubiesen podido comprar.
Además, esta situación podría tener serias consecuencias para el país. Una deportación masiva reduciría los envíos mensuales de remesas y aumentaría el desempleo, actualmente por encima del 14% de la PEA.
Es vital contar con un seguro de salud en USA, un país con los servicios de salud más caros y privatizados del mundo. Su gasto anual en salud equivale al 17% del PIB, un 65% mayor que el de Canadá, Europa y Japón. Una enfermedad constituye una de las principales causas de endeudamiento del norteamericano promedio.
Los avances del Obamacare en serio peligro
La reforma del 2010, avanzó hacia la universalidad afiliando a más de 20 millones de personas, redujo el costo de la atención médica, eliminó las exclusiones, y permitió a los hijos hasta los 26 años permanecer en el seguro de sus padres. Su cobertura incluye a más de medio millón de dominicanos.
Además, el Plan de Salud controló y redujo el costo de los medicamentos e impulsó los servicios de promoción y prevención. A pesar de estos avances, más de 30 millones todavía no se han beneficiado del sistema.
Desde luego, este nuevo proyecto tiene el sello conservador de los republicanos: suprime la obligación universal del seguro de salud, aliviando a las pequeñas empresas y a las familias jóvenes; y reduce el crédito fiscal por la compra del seguro.
Debido a las presiones sociales, la nueva propuesta conserva dos grandes conquistas del Obamacare: la permanencia de los hijos en el seguro de los padres hasta los 26 años y la prohibición de discriminar con base al historial médico.
El temor de los demócratas y de la gente común es que la eliminación de este Plan deje sin seguro a millones de personas actualmente protegidas. Esta inquietud es compartida incluso por varios gobernadores y congresistas republicanos.
Según cálculos de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), una entidad técnica apartidista del Capitolio, con el proyecto unos 14 millones de personas perderían sus seguros médicos el primer año, llegando a 24 millones en una década.
Todo luce indicar que habrá un retroceso social, debido al control del Congreso de un partido político que postula, abiertamente, que el acceso a la salud es una responsabilidad individual, sujeta a las leyes del mercado.
Existe una percepción generalizada de que, si bien no se anularán todas las conquistas del Obamacare, sí se reducirán las opciones y posibilidades de los grupos sociales de menores ingresos, así como de las minorías etnicas y de los migrantes.
Nuestra solidaridad con esos grupos, con la esperanza de que la resistencia de gobernadores y congresistas republicanos, unido a los demócratas, obligue a concesiones que modulen el impacto social del proyecto. ADS/178/17/03/2017