Seis decisiones urgentes para lograr pensiones dignas y sostenibles, garantizando la necesaria correspondencia entre el aumento inevitable de los años y del costo del retiro, y el porcentaje y los años de cotización
La primera gran decisión, consiste en trazarse como meta sistemas previsionales autosuficientes: a) que garanticen un retiro digno a todas las personas, evitando el empobrecimiento de los envejecientes; y b) que aseguren el equilibrio financiero y actuarial, sin déficits, sin tocar las reservas de las futuras generaciones, y sin subsidios fiscales.
La experiencia demuestra que cualquiera puede elaborar planes de reparto con pensiones dignas, pero deficitarios, y cualquiera puede diseñar planes de capitalización individual sin déficits, pero con bajas pensiones. El gran reto previsional consiste en garantizar, al mismo tiempo, pensiones dignas y sostenibles en el largo plazo.
La segunda gran decisión requiere tomar en cuenta el salario promedio de, por lo menos, los últimos 20 años, para otorgar una pensión de acuerdo al fondo acumulado y al costo creciente de la vejez. Además, impedir que minorías utilicen su influencia para obtener jubilaciones privilegiadas, agravando el déficit previsional y las desigualdades sociales.
La tercera gran decisión implica elevar gradualmente el porcentaje de cotización, consciente de que, ya no es posible asegurar una pensión digna, sólo con aportes marginales, sobrantes o residuales. La extensión de los años de vida, representa un gasto mucho mayor, inevitable y creciente, durante el retiro, lo cual requiere de aportes igualmente mayores durante los años activos. En medio siglo, el período de retiro ha aumentado en más de diez años, mientras las cotizaciones y los años de aporte, han permanecido prácticamente invariables.
La cuarta gran decisión, consiste en extender gradualmente los años de cotización, para restablecer, y luego preservar, la necesaria correspondencia entre los años de cotizante, y los años de jubilado. En esta creciente desproporción reside el principal desequilibrio que presentan ambos sistemas previsionales.
Aplicación gradual para respetar los derechos adquiridos
La quinta gran reforma consiste en fijar un tope máximo por la administración del fondo de pensión, independiente de su naturaleza pública, privada o mixta, con o sin fines de lucro. Su administración privada no puede ser una “área más de negocio lucrativo”. Pero tampoco es admisible que su gestión pública sea una fuente de empleos, dispendios y privilegios.
Una sexta gran reforma, consiste en fomentar una cultura previsional desde la niñez, en el hogar y en la escuela, a fin de formar ciudadanos que valoren el retiro, y que comprendan los retos y la necesidad del sacrificio presente, para asegurar un futuro aceptable. Es vital el empoderamiento individual y colectivo, para evitar políticas y ofertas demagógicas e insostenibles.
En este punto, el mayor obstáculo es el predominio de modelos de crecimiento basados en la exacerbación extrema de un consumismo vanidoso y desproporcionado. Lejos de promover estilos de vida saludables y ahorrativos, se induce a las familias al endeudamiento permanente, mediante una propaganda impresionante y engañosa, acompañada de facilidades crediticias.
Se trata de propuestas odiosas e impopulares, pero absolutamente necesarias. Requieren de una clara visión de futuro y de un fuerte liderazgo, exento de demagogia y populismo. Las mismas deben aprobarse ya, pero ser ejecutadas aplicando el principio de gradualidad, respetando los derechos adquiridos, especialmente de los mayores de 50 años.
En el día de los envejecientes, reiteramos nuestro apoyo irrestricto a sus derechos, y demandamos su afiliación inmediata al seguro familiar de salud, la indexación de sus congeladas pensiones, así como la aplicación de la Ley 352-98 de protección a la persona envejeciente, aprobada el 15 de agosto del 1998, sin ejecución dos décadas después. ADS/257/04/10/2018