A pesar del diagnóstico sobre la altísima tasa de mortalidad materna e infantil, al parecer, la situación continuará igual, ya que el Ministerio de Salud no prevé sanciones ni correctivos para enfrentar esta calamidad nacional
104 muertes por cada 100,000 niños nacidos vivos, no son suficientes para pasar del simple diagnóstico al ataque de raíz del problema. Preferimos continuar siendo la vergüenza regional, antes que atacar la impunidad por mala praxis y por deficiencias gerenciales inexplicables.
El Ministro de Salud, Dr. Rafael Sánchez Cárdenas, “sostuvo que dentro de los estudios que se han hecho, se ha podido establecer que el apego de los protocolos en la aplicación de los servicios tiene una media de un 40 por ciento, mientras que los del Ministerio está en 39.6%”.
El ejercicio de la medicina se rige por protocolos aprobados por los ministerios de salud, según el diagnóstico de los pacientes. Se trata de una guía técnica, de observancia obligatoria, basada en procedimientos efectivos, para asegurar la vida de los pacientes y el uso eficiente de los recursos.
Está claro que ningún médico puede garantizar a priori la salud, ni la vida de sus pacientes. En cambio, sí está obligado a aplicar el protocolo, so pena de cometer una falta grave. No obstante ser un causal de la mortalidad, el ministerio no explica cómo va a enfrentar esa violación a las normas establecidas.
Otra de las revelaciones del ministro es que un 70% de esas muertes se concentran en 10 provincias. “Los puntos calientes de la mortalidad están en el Gran Santo Domingo, Santiago y San Cristóbal, es decir en las grandes provincias, que es donde están la tecnología y los mejores centros de atención”.
De lo anterior se deriva que el problema no es tecnológico, sino de recursos humanos y de gerencia. Apreciados amigos médicos me comentan que muchas de estas muertes ocurren en horas de la tarde y de la noche, cuando el hospital queda en manos de pasantes.
Miles de muertes sin sanciones ni correctivos ejemplarizantes
Uno se pregunta, a pesar de miles de muertes materno-infantil desde el 2000 para acá, para no irnos más lejos, ¿cuántos médicos y enfermeras han sido acusados y sancionados por negligencia y mala práctica? ¿A cuántos se les ha suspendido su exequatur por reincidencia?
Además, el ministro señaló que “la aplicación de partograma donde se realizan partos está por debajo de 30 por ciento, las historias clínicas perinatal también es baja, e igual las medidas de higiene donde se llevan a cabo esas labores”. Se trata de fallas gerenciales, agravadas por la falta de recursos, sin que nadie le ponga el cascabel al gato.
¿Es posible enfrentar estas carencias y deficiencias sin contar con mayores recursos presupuestarios, entregados íntegra y oportunamente? ¿Es posible elevar la eficiencia, sin despolitizar la escogencia de los gerentes, y sin los recursos y la autoridad sobre un personal impuesto, cuyos ingresos en nada dependen de la dedicación y del desempeño?
“El MSP está elaborando un sistema de acompañantes, que será responsable de la educación para la salud, de la orientación sobre el parto, y sobre nutrición para que, al momento del parto, no presenten ni hipertensión descontrolada, ni infección y que las hemorragias estén controladas”. ¿Alguien puede creer que esta medida sea suficiente de acuerdo al diagnóstico?
Nuevamente la mortalidad materno-infantil refleja las tradicionales deficiencias del sistema de salud. Pero, además, evidencia que, a pesar este grave problema, las autoridades nacionales no están dispuestas a enfrentarlo de raíz, asumiendo la responsabilidad institucional que constitucionalmente les corresponde.
La mortalidad materno-infantil no se resuelve con milagros. Lamentablemente, mientras persista la impunidad sanitaria, los dominicanos de escasos recursos continuarán reducidos a una simple referencia estadística. Y nuestro país no podrá cumplir con los objetivos del desarrollo sostenible para el 2030. ADS/273/07/02/2019