Danilo Medina pasará a la historia como el gobernante que bloqueó las reformas, aceleró la privatización de la salud y duplicó el gasto de bolsillo, a pesar de que durante ocho años controló totalmente el Congreso, y hasta hace un año, disfrutó de aceptación popular
Hace 8 años, el presidente Medina comenzó bien, pero rápidamente su administración cayó en la pendiente resbaladiza e irreversible de la corrupción y la impunidad, al extremo de terminar como uno de los presidentes con más impopulares y de mayor descrédito general.
Fue un presidente vacilante, que no logró ninguna de las principales reformas sanitarias. A pesar de duplicar la deuda externa y de un crecimiento presupuestario sin precedentes, redujo la asignación al sector público de salud, acelerando el deterioro constante de los servicios de salud.
El deterioro y la discontinuidad, empujaron a las familias más pobres y vulnerables a demandar servicios privados, más que duplicando el gasto de bolsillo, con un resultado exactamente contrario al objetivo esencial del Sistema Dominicano de Seguridad Social (SDSS).
Vaciló en el establecimiento del primer nivel de atención como la puerta de entrada a la red nacional de salud. Por su tradicional mezquindad, en todo momento evadió el inicio del Régimen Contributivo Subsidiado, dejando sin protección a 2.5 millones de trabajadores por cuenta propia, incluyendo a sus familiares.
No hizo nada para transformar el viejo modelo de atención curativo, costoso, excluyente e improductivo en un verdadero seguro de salud, estableciendo el Plan Básico de Salud (PBS) para, al menos, reducir la pesada carga de los copagos ilegales, en violación a la Ley de Seguridad Social.
La única reforma importante que logró fue la integración de la red pública de salud, integrando los hospitales y centros de salud del Ministerio y del antiguo Instituto Dominicano de Seguros Social (IDSS) en el Servicio Nacional de Salud (SNS).
Un año lleno de reveces políticas con implicaciones sanitarias
En este último año el presidente Medina nunca pudo dar en el blanco. No logró reelegirse, dividió su partido, fracasó en las elecciones municipales y luego en las elecciones nacionales, perdiendo totalmente el control del Senado de la República y de la Cámara de Diputados.
Por esa razón, hace cinco semanas, señalé que Danilo todavía tenía la oportunidad de terminar dejando una impresión favorable en el sector salud. Sólo tenía que concentrar sus recursos y esfuerzos para contener la pandemia, por bien de su administración y del país.
Lamentablemente para todos, continuó haciendo “lo que siempre se ha hecho”. En los últimos 45 días la cantidad de contagios ascendió de unos 38,000 a posiblemente terminar con 84,500 casos, en tanto que los fallecimientos pasaron de 700 a 1,450, más del doble, reduciendo peligrosamente el número de camas en las unidades de cuidados intensivos (UCI).
Lo más alarmante de la situación es que, en las provincias fronterizas exentas durante meses de la pandemia, ahora registran una altísima positividad, entre el 73.1% y el 92.3%, en contraste con los resultados de Haití, en el otro lado de la frontera, según el reporte de la OPS/OMS.
El costo de la lucha contra la pandemia ha sido enorme, comparado con los magros resultados, en gran medida por la politización del problema y la sobrevaluación de las compras y gastos. En los primeros cuatro meses, ya representa el 5.1% del presupuesto del 2020, y todavía falta mucho por hacer.
El presidente Medina pasará a la historia como el gobernante que bloqueó las reformas y aceleró la privatización de la salud, a pesar de que durante ocho años controló totalmente el Congreso Nacional, y hasta hace un año disfrutó de aceptación popular.
Sobrevaloró la política de “varillas y cemento”, dejando un legado sanitario de mezquindades, creciente gasto de bolsillo y una elevada tasa de mortalidad materno-infantil. Lamentablemente, perdió la última oportunidad de contener el COVID19, y será recordado por su incapacidad para “hacer lo que nunca se había hecho”. ADS/350/13/08/2020