Existe un cansancio generalizado fruto de una crisis de autoridad, de credibilidad y de esperanza, con un nivel peligroso de frustración y cuestionamiento de la capacidad oficial y del dominicano para unificarse frente a una tragedia nacional y mundial
Reiteramos nuestro deseo de que este 2021 sea un año promisorio para todos, luego de un 2020 que, aunque nos dejó cambios políticos e institucionales importantes, nos trajo un COVID 19 que paralizó la economía nacional, con miles de infectados y fallecidos.
Estamos obligados, sí o sí, a hacer un gran esfuerzo individual y colectivo para superar esta pandemia que ha puesto en jaque al país, especialmente a decenas de miles de pequeñas empresas y a millones de trabajadores por cuenta propia, agudizando la pobreza general.
El propio presidente Luis Abinader reconoce que el reto no es fácil. “Quiero decirles que el país está cansado. Vamos a hacer un último esfuerzo, ya que hay una luz con las vacunas que están saliendo, para trabajar en la dinamización de la economía”.
Desde noviembre la Fundación Seguridad Social para todos (FSSP) advirtió sobre el alto riesgo de un rebrote durante las Navidades. Sectores señalaron que las autoridades se hacen de la vista gorda, ante el creciente incumplimiento de las restricciones sanitarias.
Sin embargo, las autoridades ignoraron este clamor y flexibilizaron las medidas restrictivas. Llovieron las denuncias documentadas de la permisividad oficial a los centros turísticos, clubes y a grupos privilegiados, mientras se les exigen grandes sacrificios a la clase media y a las familias pobres que viven hacinadas, en barrios muchas veces sin acceso regular a los servicios básicos.
Estamos perdiendo lo más por lo menos
El resultado, un diciembre con resultados similares a julio pasado. En diciembre la positivad subió al 17.64 y este martes Salud Pública reportó 2,043 nuevos casos, con un alza en la ocupación de las unidades de cuidados intensivos (UCI), y de camas, aunque la tasa de letalidad continúa relativamente baja, un 1.38%.
El presidente Abinader, reconoció que la gente está cansada. Pero, además, todos estamos frustrados porque los resultados obtenidos no se corresponden con el sacrificio individual ni colectivo, con un alto costo de recesión económica, desempleo y endeudamiento externo.
Lo más preocupante es que crece la percepción en amplios sectores de que el gobierno no tiene la autoridad moral para exigir el cumplimiento de las medidas sanitarias. El régimen de consecuencias es tan débil que mucha gente ni siquiera cree que se cumplirán las multas anunciadas a hoteles y clubes.
Tenemos que repensar el enorme costo económico y social de un rebrote, especialmente en el área turística, una de las principales y más dinámicas fuentes de empleos y de divisas del país. Y tampoco, de un retraso en la reapertura de las actividades educativas y académicas a todos los niveles.
La Fundación Seguridad Social para todos (FSSPT) considera que todavía es posible evitar un retroceso en el avance logrado desde agosto. Que es un error pensar que una vacuna será la panacea y que todos debemos poner de nuestra parte.
Por el bien de todos, el gobierno de Luis Abinader debe impedir el relajamiento de las restricciones sanitarias, tomando en cuenta el trauma y el costo económico, político y social de tendría volver a imponer el cierre de actividades por tiempo indefinido como está ocurriendo en Europa y en Estados Unidos. ADS/368/07/01/2021